Antaño cultive las sensaciones
para darle sentido a mis versos.
Hoy amo los colores y sus contrastes,
explotar de risa junto a tu boca,
las curvas de tu espalda bajo el tacto
suave de la seda del pantalón.
Amo la espantada de un banco de grullas
elevándose hacia el cielo y el ruido
que brota de su aleteo.
Hoy amo el silencio cuando te quedas colgada
entre el tiempo y el espacio.
Amo la sonrisa de un niño,
la mirada transparente,
las manos inocentes,
la gente sana de los pueblos.
Hoy amo los campos verdes,
la campiña, la flor del almendro,
el valle del Jerte con miles
de cerezos violetas y los balcones
extremeños de madera con ristras
de ajos y pimientos secándose al viento.
Siempre amaré el olor del azahar,
de los nardos, del jazmín anciano
y del galán de noche en los veranos.
Las macetas tricolores de alegrías
adornando los parterres del jardín,
los narcisos, las glicinias y las rosas
trepadoras avanzando por el muro.
Hoy amo el calor de la chimenea
en un día crudo de invierno asando
vegetales y chuletas en la brasa.
Amo rodar como un trompo al compás
de la música.
Amo perderme por las calles
buscando tus ojos azules, esos
que me hablarán del amor del corazón
y no del amor de la carne que ya
comimos en el rescoldo del fuego
la pasada noche.
Hoy es un día nuevo para amarte.
¡Hoy brilla el Sol!
MarianGardi©