Te acaricié un instante y dejaste la impronta de tu perfil en mi impredecible tacto, con toda la curiosidad que merecías. No supe verte, estabas frente a mí y no supe verte. Mi ceguera, apocada por tu luminosidad, se vació. El Mundo desapareció de mi vista, todo era desierto, un agujero negro, allí estabas tú, sentí la estructura de tu piel. Gozaba tocarte. Tan pequeña y frágil mariposa azul. Relámpago de luz que alzaste el vuelo y dejaste el destello de tus átomos en mis manos.
MarianGardi
Una hermosa caricia del corazón.
ResponderEliminarBienvenida sea tu vuelta.
Besos
José Manuel, gracias por llegar tan prontito a saludarme.
ResponderEliminarUn abrazo y cariños compañero de versos
A todos nos suele pasar alguna vez.
ResponderEliminarUn abrazo.
Gracias Rafael por tu presencia..
EliminarUn abrazo
Realmente acertado....
ResponderEliminarSaludos
"No supe verte, estabas frente a mí y no supe verte"...Es así el amor, a veces, nuestra ceguera es tan grande que no vemos la belleza del amor.
ResponderEliminarUn abrazo querida Marian.
Taty, siempre un cariño grande.
EliminarUn abrazo
Siempre hay que intentar ver más allá de nuestras vestiduras para que la desnudez sea una realidad.
ResponderEliminarUn abrazo.
Necesariamente amigos y compañeros de versos, es así si queremos ver algo del infinito.
EliminarUn abrazo