Confieso que lo sè, que no me viene de nuevo, que mientras yo estaba trabajando con catorce años, otros estudiaron hasta los veinticuatro o los treinta.
Confieso que cuando le dije a mi madre que quería estudiar y ser profesora, era lo que todas las jóvenes estudiaban en el pueblo en mi época, recuerdo que me dijo: "Y tù quieres estudiar? Si una buena peluquera gana más que una maestra" Esta era mi madre Juana y además peluquera!!
Mi madre tenia sueños y me implico a mí en los suyos. Desde mi pueblo en Murcia me envío a Barcelona unos meses antes de cumplir 14 años y entré en la Academia mixta de peluquería de la casa de productos Eugene, en la calle Balmes muy cerca de la Avenida del Tibidabo, un barrio residencial de alta clase.
El primer día era todo expectación, chicos y chicas con nuestras batas blancas y el profesor era el Sr. Ramoneda.
Que memoria!! Y luego me falla para recordar cuando una ha es del verbo haber o cuando es del a ver normal, jooooo, o cuando es Hay, o es Ay!! joooooo.
Recuerdo cuando íbamos los lunes a ver los pases de las demostraciones en el paseo de Gracia, ver a la modelos tan cerca, con las caras de cera que parecían verdaderos maniquís, las pestañas postizas, los pómulos marcados y aquellos peinados de última moda que nos presentaban peluqueros de casas de vanguardia como eran Caritas, Rizos, etc etc.
El olor de las lacas del pelo al entrar en la academia, el ambiente entre chicos y chicas, seguramente yo seria la mas pequeña con 13 años. Eso sí, ya tenia el mismo cuerpo que tuve a los 20.
Tengo recuerdos y vivencias preciosas de la época, me quedaba en casa de unos primos maternos, tomaba cada día el bus, el metro y otro bus, el numero 17 que recorría la calle Balmes desde el principio hasta el funicular que subía al Tibidabo.
Al medio día con otros compañeros me quedaba a comer el bocadillo en una granja cerca de la academia y me chiflaba la crema catalana, porque eso sì, el postre y el café no podían faltar. Me harté de comer bocadillos durante los tres meses que duró el aprendizaje intensivo de las clases.
Había chicas que necesitaban más tiempo para sacar sus diplomas, yo era un lince poniendo rulos y haciendo sortijillas con los dedos, porque mi madre ya me ponía con sus clientas a hacerlas desde los nueve o diez años para que aprendiese y de paso le ayudaba cuando salia del colegio.
Había chicas que necesitaban más tiempo para sacar sus diplomas, yo era un lince poniendo rulos y haciendo sortijillas con los dedos, porque mi madre ya me ponía con sus clientas a hacerlas desde los nueve o diez años para que aprendiese y de paso le ayudaba cuando salia del colegio.
Mi madre soñaba en que yo fuera una buena profesional, tanto que ella emigró a Barcelona y montó cerca de Granollers su local de peluquería.
Mi hermano sí lograría más tarde, trabajar de estilista de peluquería con profesionales de la talla de Llongueras en Barcelona y en Las Palmas, yo me tuve que conformar con tener mis pequeños salones hasta la edad de 36 años que abandoné el trabajo definitivamente.
Cosa que yo llamo me liberé de la esclavitud de tener que trabajar para ganar dinero, ahora trabajo en las cosas que me gustan, pero de momento no cobro nada (seré tonta).
Eso sí poseo todo el tiempo para mí y eso es la mayor fortuna que tengo.
Cosa que yo llamo me liberé de la esclavitud de tener que trabajar para ganar dinero, ahora trabajo en las cosas que me gustan, pero de momento no cobro nada (seré tonta).
Eso sí poseo todo el tiempo para mí y eso es la mayor fortuna que tengo.
Confieso que la profesión de estética y peluquería nada tiene que ver con los estudios y confieso que un día me preguntó alguien: " Cómo es que una peluquera ama la poesía?". Le sonreí, porque era una señora muy mayor, no entendía que alguien que viene del mundo profesional amase o quisiera escribir poesía.
Igual es que está reservada sólo para los intelectuales, se ve que no conocía a Miguel Hernandez llamado el cabrero.
Otro día mas, no quiero abusar de su atención
Hay gente pa tó. Tú peinas la fotografía y le pones rulos al verso, hala
ResponderEliminarA nadie le gusta hacer faltas de ortografía.
ResponderEliminarYo las paso canutas con los acentos y el otro día aluciné con la palabra Autorretrato que leí en un blog y que yo hubiera escrito Autoretrato, hasta fui a consultar dos diccionarios para convencerme.
Hoy en día se puede solucionar fácilmente con correctores de textos que detectan si hay alguna falta.
Besos.
Jose, que simpatía la tuya y que salero!!!
ResponderEliminarGracias!!
Toro a veces son faltas y a veces erratas y a veces que uno va deprisa y se despistan.
ResponderEliminarPero es verdad que son feas.
Cuando las reconoces te dan un bofetón que espanta.
A mí me ayudan mucho los correctores,pero por ejemplo si una a va con hache o sin hache, eso no te lo dice el corrector.
Yo a veces las reconozco, otras me confunden.
Besos
La vida de por sí ya es una terrible falta de ortografía así que tranquila...
ResponderEliminarBesos
Mira Marian, si al final la ortografía es lo de menos. ¿No te has enterado de la última decisión de la RAE? Lo que ayer era mañana seguramente dejará de serlo.
ResponderEliminarUn abrazo.
Querida amiga:
ResponderEliminarSi antes te admiraba, ahora te admiro más aún.
Tienes una sabiduría de la Vida, de la Esencia humana, del Conocimiento que sirve de apoyo, de guía, para todo aquel que quiera escuchar todo lo que tu nos regalas.
¿La ortografía? ¿quién no comete algún error ortográfico por mucho que haya estudiado?.
Amiga Marián, sigue deleitándonos con tus poemas y con todo lo que nos brindas tan generosamente.
Un fuerte abrazo y mi admiración.
Mejor una falta de ortografía que la falta de emociones al no escribir. Un placer leerte
ResponderEliminarYa te comenté un día que un remedio para solventar en parte las faltas es escribir el texto en Word y pasarle el corrector ortográfico, para eso selecciones todo el texto y pulsas F7.
ResponderEliminarLos orígenes laborales poco tienen que ver la mayoría de las veces con las inclinaciones personales.
Un abrazo desde una tarde revuelta.
Marian, cuantos recuerdos. En esas previsibles fechas andaba yo trabajando en la plaza Cerdá y después me iba a los Jesuitas de calle Caspe a estudiar por la noche. Era un inmigrante andaluz que había ido a trabajar y aprovechaba su escaso tiempo libre para estudiar...
ResponderEliminarMe has traído recuerdos imborrables.
Un gran beso desde la identificación histórica.
MUY AMENO TU RELATO..Y ES CIERTO PERO HAY ERRORES ORTOGRAFICOS Y HORRORES!! ERRORES CUALQUIERA PERO HORRORES UFFFFFFFFFFFFF..Y ME HE REIDO DE TORITO!! PONGAMOS TODOS POR LAS DUDAS EL CORRECTOR ORTOGRAFICO QUE NOS FACILITA BLOGGER Y LISTO!!..EL PROBLEMA CONMIGO SERÍA LA DISLEXIA..VALGAME ES POR EL APURO!!
ResponderEliminarPOR OTRO LADO TONTA SERÍA LA POBRE MUJER QUE NO ENTIENDE LA POESÍA...APRTE DE HERNANDEZ,BENEDETTI! BESOTES MI CIELO..Y HABER CUANDO ME HACES LA TOCA!!??MMM ME QUEDA UN POCO LEJOS!!MI CARIÑO PARA TI!
He leído tu crónica con la atención de poeta puesta en la emoción y no en la ortografía. He leído la historia de una luchadora, como casi todos los poetas. Bendita tú que supiste apreciar el tiempo aunque otros dirán que quién pudiera. Ambas acepciones se aceptan. El tiempo es como dice Noray. Ayer puede que no sea ya mañana.
ResponderEliminarUn beso y un placer.
Mi querida Marián, cuantos pasos dados para llegar a peinar letras y cardar versos, tu verdadero don. Los correctores nos ayudan pero nada hay sino el ser humano para hacer que las palabras se conviertan en sentimientos. Qué humana, qué poeta compartiendo parte de tu vida con nosotros.
ResponderEliminarBuenas noches preciosa! Sigue escribiendo!
Con amor
Las faltas estarán feas, pero para mi tiene más importancia el contenido que el continente. Y las palabras solo son el continente de lo que deseo expresar.
ResponderEliminarUn abrazo.
Muy ameno e interesante tu relato, Marian, nos vas mostrando poco a poco las etapas de tu vida.
ResponderEliminarLas faltas de ortografía, siempre se cuela alguna, te pegan en los ojos y te ciegan unos segundos, preguntándote cómo se te han pasado habiéndo puesto tanta atención.
¿Esta de Tividavo lo has puesto adrede para demostrarlo? Araña los ojos.
Un beso
Me encantan tus historias.De verdad.Eres muy sincera y muy espontánea.Contigo pasaría horas y horas hablando de nuestras vidas y tomando un café.O...quizás unas birras.
ResponderEliminarBueno, que tienes más merito que los que siempre hemos estudiado e incluso hemos tenido carreras universitarias.Y que la sensibilidad nada tiene que ver con una profesión.Hay muchos catedráticos que tienen cultura y títulos pero no tiene ni un ápice de ferscura y sensibilidad, ya sea al escribir o al hablar.
Sigue así.
Un abrazo.
Juan,he buscado dos veces la palabra Tibidabo en google y he visto Tividavo.
ResponderEliminarNo tengo remedio jejejej
En principio la puse con b y al querer comprobar si que me han confundido mas.
Muchas gracias a todos por aceptar mis errores.
ResponderEliminaresto es còmo la propia vida.
Siempre tuve problemas para memorizar las letras!!
Marian...me gusta la esencia de todas las cosas...y también la frescura de tu alma.
ResponderEliminarCariños. Me gustó tu relato tan lleno de VIDA.
No me gustan las faltas de ortografía, no me gustan las personas que no le dan la importancia que tiene (como los jóvenes que la ignoran teniendo todos los medios para aprenderla), pero jamás dejaré de leer y valorar un poema o un relato por ellas.
ResponderEliminarMe parece bien que te preocupe, hay libros que pueden resolver tus dudas; pero no te obsesiones. Tus versos son grandes al margen de la ortografía.
(Además, cometes pocas faltas)
Besos, Marián
Poco a poco iré visitándoles.
ResponderEliminarFuerte abrazo
Si un día visitas la casa museo de Juan Ramón Jiménez en Moguer te darás cuenta por sus manuscritos de la cantidad de faltas de ortografía que tenía el gran poeta. Zenobia las corregía. Y quien lea su obra se dará cuenta de que la J y la G para el era lo mismo, por ejemplo. Y algo que pocos saben (ni enla casa museo lo sabían, dato que aporté, toma, jajaja), el fue el primer traductor de Ibsen en España.
ResponderEliminarAsí que... no hay más que decir.
Y además, ahora nos van a cambiar las normas...
Ya me gustaría a mi saber peluquería, qué poco arte tengo para arreglarme!!!
Ves??? Así doy trabajo a las peluqueras (benditas, hacen maravillas con mi cabeza)
Besitos fuertes